Muchos gatos se emocionan jugando y pueden terminar mordiendo como parte del juego, otros muerden porque sienten miedo o incluso porque les duele algo. Antes de nada, debes entender el motivo de este comportamiento de los gatos, pero si lo hace desde cachorro es posible enseñar a cualquier gato a no morder. Te contamos algunos trucos que puedes poner en práctica.
Usa los juguetes y no tus manos para jugar
Un comportamiento natural de los gatos es jugar a cazar tus manos o tus pies, sin embargo debes enseñarle que solo se pueden atrapar los juguetes para que no muerda tus manos. Para ello lo que tienes que hacer es evitar que el juego comience o se base en mordiscos.
Si ves que quiere jugar, anticípate y usa un juguete interactivo para gatos para distraerle, de este modo no te morderá para llamar tu atención y se dará cuenta de que el juego se basa en otros objetos.
Deja de jugar en el momento en que te muerda
A veces tu gato te muerde o te araña de manera accidental, pero si ves lo hace deliberadamente mientras estáis jugando debes parar totalmente el juego. Aléjate y no le prestes atención durante unos 10 minutos, después vuelve a jugar con él y, si ocurre de nuevo, repite la operación.
Así tu gato aprenderá que cada vez que muerde dejas de hacerle caso y parará de hacerlo.
Grita para que entienda que no te gusta
Cada vez que recibas un mordisco por parte de tu gato pega un grito agudo y corto quejándote. Además usa el consejo anterior y deja de jugar para retomar el juego pasados unos minutos. Sin embargo, recuerda que solo debes decir “no” o “ay”, no le grites ni te comportes de manera violenta, ya que puedes hacer que te tenga miedo o bien ponerle más nervioso.
A parte de estos consejos para educar a tu gato para que no muerda o arañe, tienes que tener en cuenta que para que esté tranquilo y apacible es fundamental que juguéis juntos todos los días varias veces y que tenga un entorno seguro. El juego debe ser calmado evitando situaciones en las que pueda ponerse agresivo.
Además, si tu gato comienza a morder repentinamente es posible que no se trate de un problema de comportamiento, sino que lo haga por dolor. Acude a tu veterinario para que pueda hacerle un chequeo.